miércoles, 23 de marzo de 2011

Solos ante el peligro (III)

Las puertas cerradas son irresistibles. Claro, que luego nos quejamos: “No es culpa mía, yo no sabía, ¿quién podía pensar que tenías a tus exesposas almacenadas por partes en la habitación cerrada con llave?”. Otras veces hay más suerte, te metes en un armario y acabas de rey de un país multicolor poblado de animalitos parlantes que se someten inmediatamente a tu voluntad (qué oportuno, C.S. Lewis, y si el fauno te hubiera pateado la cara nada más asomarla por la puerta del mencionado armario...?).
Coraline Jones no será excepción. Se muda a una casa nueva que forma parte de una extraña comunidad de vecinos que no describiremos para no dar ideas a los guionistas de televisión. Y en la casa nueva hay una habitación. Cerrada, claro. Así que Coraline hace lo que debe por presión narrativa: busca la llave, abre la puerta y se mete en líos.
Como si tener un padre y una madre no fueran ya suficientes, nuestra heroína, al otro lado de la puerta, se encentra con … otro padre y otra madre, exactamente iguales a los suyos salvo por un perturbador detalle y por una pulsión psicótica a adoptar a Coraline por las malas. Ella, por supuesto, se resistirá, como toda heroína que se precie, pero a costa de penetrar en un universo paralelo y aterrador. Como anticipo de la aventura, sólo desvelaremos que, por una vez, será la niña la que tenga que rescatar a sus aterrados padres... o tal vez no.
El autor de este cuento de hadas deliciosamente perverso es Neil Gaiman, uno de los iconos de la cultura pop contemporánea y conocido no sólo por sus novelas para adultos y jóvenes lectores, sino por sus aportaciones al comic (entre las cuales destaca la aclamada serie The Sandman),  y al guión cinematográfico (Stardust, Beowulf). Su visión del mundo es, al menos, peculiar: como si lo mirara a través de una lente deformante que nos descubre los rincones más oscuros y perturbadores. Nada es lo que parece: las estrellas no son bolas de fuego en el firmamento, los cementerios no son siempre siniestros y papi y mami sí pueden dar mucho, mucho miedo.
Como muestra, varios botones (que para Coraline van a convertirse en objetos muy importantes):

  • "I've been making a list of the things they don't teach you at school. They don't teach you how to love somebody. They don't teach you how to be famous. They don't teach you how to be rich or how to be poor. They don't teach you how to walk away from someone you don't love any longer. They don't teach you how to know what's going on in someone else's mind. They don't teach you what to say to someone who's dying. They don't teach you anything worth knowing." (The Kindly Ones)
  • "You get what anybody gets - you get a lifetime."  (Preludes and Nocturnes)


No hay comentarios:

Publicar un comentario