viernes, 15 de abril de 2011

Magia no tan blanca.

Por fin hemos jubilado a Harry Potter (que ha tardado más años en acabar la secundaria que un alumno PIL) pero, al igual que la todavía en voga moda literaria vampírica, la corriente pro-magos adolescentes y no tan adolescentes sigue vigente. 

Claro que no todos ellos son guapos, agradables, solidarios y en general buenas personas como Potter y sus amigos; a veces, ser mago adolescente no resulta ni encantador ni aconsejable.

En una extraña y fascinante novela titulada The Magicians el autor norteamericano Lev Grossman nos plantea la peculiar travesía personal y afectiva de un grupo de adolescentes (cada cual con sus propias taras, poderes mágicos aparte) que a semejanza de sus primos de Hogwarts, deben asistir a una institución especial para aprender a dominar su magia. Ni su presente académico (que se asemeja más a un instituto de secundaria cualquiera) ni su futuro profesional (nada fascinante) les separan tanto del común de los mortales; más aún, estos chicos y chicas capaces de alterar la realidad con un pase de manos sufren los mismos dolores y desengaños que el resto de los jóvenes de su edad. Grossman sugiere, con elegancia y sin estridencias, que ser especial no tiene por qué ser interesante o siquiera agradable y que todo ser humano tiene, al cabo, los pies hundidos en el barro y debe crecer a costa de dolor y humildad. Se pueden prender fuego a las cortinas con un elevamiento de ceja, pero si la chica de tus sueños se va con otro, el dolor estará ahí.

Los personajes de The Magicians ni siquiera nos caen especialmente bien, tal vez porque no son perfectos, porque nos recuerdan a nosotros mismos. Son nosotros, con un extra de poder: ¿a quién no le gustaría mover objetos con la mente (aunque sólo sirviera para poder cambiar de canal en la tele sin necesidad de mando a distancia)? Pero su alma nos resulta terriblemente familiar. Grossman nos ofrece, al fin, una refrescante revisión de un subgénero (?) donde la blandenguería abunda, un libro con un tema aparentemente infantil que se descubre como una historia, si no para adultos, sí para todos los públicos.

No todo el mundo puede ser Qvothe... del que hablaremos en otra ocasión.
 

1 comentario:

  1. Olvidé comentar que Kvothe (no Qvothe, todo el mundo se equivoca) es un magnífico personaje de Patrick Rothfuss, cuyas aventuras ya se narraron en El Nombre del Viento. La segunda parte en inglés acaba de publicarse, de modo que la traducción no puede tardar mucho...

    ResponderEliminar